martes, 3 de noviembre de 2009

La Memoria


Durante mucho tiempo los hombres nos hemos fascinado e intrigado ante la capacidad de nuestra memoria, y de las infinitas posibilidades que esta nos ofrece. Sin embargo el funcionamiento de esta herramienta humana se ha mantenido lejos de los alcances del conocimiento e incluso hoy rehúye a los científicos que buscan explicar sus procesos.

Generalmente pensamos que la memoria humana es muy buena y tendemos a confiar mucho en ella, sin embargo cada vez es más claro que esta no funciona de la mejor manera para lo que un hombre del Siglo XXI la utiliza. Hay estudios que demuestran que perdemos alrededor de una hora diaria buscando cosas que hemos perdido, desde el control de televisión, pasando por las llaves, el reloj o el auto en un parqueo. Y esto se debe a que hemos sobrepasado la velocidad natural evolución, y por consiguiente nuestra memoria sigue funcionando como lo hacia la de nuestros antepasados de hace miles de años. Ellos no necesitaban una memoria tan específica como ahora le exigimos al cerebro, que queremos que funcione casi como la de una computadora. En lugar de hacerlo de esta manera memorizamos en función de tendencias no de hechos particulares. Y aunque si tenemos esta ultima capacidad es realmente limitada.

Continuando en esta línea muchos creíamos que la memoria funcionaba como una computadora, sistemáticamente, en base de ficheros, archivos y ubicación especifica al cual acudíamos directamente. Pero en realidad no funciona así, en lugar de ello se trata del cerebro buscando pistas dentro de un todo desordenado, apelotonado en un área entre el hipocampo y la corteza cerebral. Es más bien una memoria contextual, donde el orden de clasificación es casi aleatorio. A estos recuerdos acudimos desordenadamente, por esto es que a veces cuando necesitamos recordar algo en un momento especifico no lo hacemos y tiempo después sin aparente razón nos viene a la mente.

Podríamos decir que dentro de nuestra cabeza existe una eterna búsqueda basada en pistas y circunstancias en las que fue memorizado el recuerdo y muchas veces estas no son consientes. Por ejemplo si estamos en Hollywood y pensamos en actrices del mundo, generalmente tenderemos a recordar más las que han actuado en películas rodadas ahí, diferente sería si estuviéramos en París o Roma. Pero muchas veces las pistas que nos llevan a los recuerdos no son tan evidentes. En un experimento a un grupo de personas se les hizo memorizar una serie de palabras, una parte se hizo el laboratorio y otra en traje de buzo bajo el agua. Resulto que al final las personas recordaron más fácilmente y por amplio margen las palabras que aprendieron bajo el agua en contraste con las del laboratorio. Esto explican los científicos es porque a la hora de aprender asociamos lo que memorizamos con la circunstancia en que lo hacemos.

En este caso las personas relacionaron estos nuevos conceptos a la nada importante tarea de respirar, y por ello le asignaron una mayor relevancia. Eso también explicaría porque recordamos lo que hemos aprendido en debates o discusiones acaloradas, esto es porque el cerebro está en estado de alerta ante una amenaza, y a la larga para este no importa si es por huir de un tigre o por defender un argumento. Contrario es lo que pasa con algunas clases magistrales, donde a veces sabemos que hemos estado presentes pero nos es imposible recordar de que se habló, es decir nuestra memoria lo clasifico como algo irrelevante, y lo más seguro es que lo haya borrado. Resulta entonces evidente que el lugar y la circunstancia en la que se aprende o simplemente se memoriza es muy importante a la hora de recordar.

Otro ejemplo que memorizamos en función de tendencias generales es un experimento donde a un grupo de personas se les enseño una serie de patrones base, y momentos después se les mostro otros ligeramente distintos. Al preguntárseles si eran los mismos, la gran mayoría respondió que sí. En otras palabras hacemos una mezcolanza con lo que recordamos, igualamos cosas similares y muchas veces esto nos lleva a confusiones. En verdad hay mucha interferencia en la manera en que nuestra memoria funciona. Los recuerdos dependen como hemos dicho del contexto en que los archivamos, pero además de la frecuencia y de la consolidación que le damos con el tiempo. Por ello estos mismos científicos recomiendan que aunque parezca trivial, resulta muy eficiente apoyarse en medios externos para almacenar nuestras experiencias, diarios, listas o fotografías, todo vale cuando queremos atesorar estos recuerdos.

Por último, cada vez se hace más obvio que llegara un momento donde lleguemos a comprender de mejor manera los mecanismos de la memoria, y quién sabe si llegará el momento en que podamos modificarla a gusto. Imaginan que pudiéramos borrar los recuerdos incómodos y resaltar los placenteros, que pudiéramos descargar en la computadora las memorias de un viaje y subirlas al Facebook sin necesidad de cámara. Sin duda resulta muy interesante pero lo que en verdad importa es que cada vez vamos entendiendo más y reconociendo la importancia que tiene mejorarla. A la larga nuestros recuerdos sean estos buenos o malos, alegres o tristes, de éxito o de fracaso, de la persona amada o del enemigo todos confluyen en este gran baúl y se convierten en las piezas con las que vamos hilvanando nuestra vida. Sin ellos seriamos individuos despojados de identidad.

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