miércoles, 30 de diciembre de 2009

Duda

Qué extraño es el sentimiento que me invade esta noche. Será el vino, quizás es el invierno, o acaso la incertidumbre que rodea esta realidad. De tanto pensar en la forma, de tanto meditar el fondo, he olvidado el porqué. No lo sé. Hoy parece que el mundo que habitualmente vive dentro de mi me hubiera abandonado.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Futuro

Esta semana me he dado cuenta de algo raro, tengo un buen rato de no ver el futuro. Se que parece una frase muy bizarra, pero no se de que otra manera expresarlo. De vez en cuando, a veces de manera muy seguida, tengo como dejavus pero de cosas que no han sucedido y luego se confirman en la realidad. Otra vez se que es extraño, pero sucede. Quizás solo sea una ilusión de una mente caótica, y de una imaginación que nunca para, o quizás no. Creo que tengo que leer más a Jung, y por cierto algún día comentar sobre la “sincronicidad” y la “acausalidad”. Que Risa. Bueno debo admitir que es divertido pensar que hay algo más. Por lo pronto extraño esa sensación. (Aclaro, es posible que sean los antigripales los que me hacen alucinar =P)

viernes, 18 de diciembre de 2009

Acerca de la Estupidez

Ayer manejaba en una calle de esta caótica ciudad, cuando un camionetero repentinamente cruzo frente a mí bloqueando el camino. La acción fue tan rápida que me asusto, y luego de ver que no me había chocado reaccione gritándole ¡Estúpido!

Afortunadamente el incidente no paso a mayores, y ya más tranquilo me dejo pensando: ¿A que le llamo yo estupidez?

En principio no creo que sea una simple torpeza del actuar, pues todos en alguna manera y casi diariamente cometemos tonteras, equivocaciones o despistes inconscientes y no por ello pienso que se sea estúpido. Para mí implica algo más.

¿Será que es el sencillo hecho de ejecutar una acción sin considerar sus efectos? Tampoco lo creo, pues igual involucraría que en cada momento estaríamos actuando de manera estúpida, lo cual es igualmente absurdo. De ser así escribir esto sería estúpido pues acepto que no conozco los efectos que tendrá, ni aún en el corto plazo. Entonces puedo decir que (por lo menos para mí) la estupidez no es ignorancia.

Me recordé que leí que esta es la falta de inteligencia, pero ¿acaso eso no es la idiotez? Luego al corroborarlo en el diccionario, este únicamente intercambia los significados, Estupidez = Idiotez. Ahora rio pues sí las palabras (otra vez para mí) fueran intercambiables unas por otras sin diferencia alguna, no valdría la pena dedicarme a estas meditaciones.

Entonces si la estupidez no son los gazapos diarios, no es la ignorancia de los efectos de una acción, e implica a un ser inteligente con la conciencia de estar actuando de dicha manera, la estupidez no es más que la renuncia deliberada de la razón. Es decir tener conocimiento que actuando de cierta manera se va a cometer un daño o violara el derecho de alguien más, saber que existen otras maneras de hacerlo, y a la larga se tendrá un efecto negativo, pero aún así y después de todo insistir en realizar dicha acción. Si me lo preguntan eso es la estupidez para mí.

En retrospectiva quizás el camionetero solo ignoraba mi presencia, tal vez sí le falta inteligencia, o es posible que en verdad haya merecido mi insulto, pero lo importante es que me hizo meditar sobre ello.

Por último, ante todas estas reflexiones me hago otra pregunta, ¿Los políticos que aprobaron el presupuesto deficitario y el paquete fiscal son Idiotas o Estúpidos?

Eso solo ellos lo saben.

martes, 15 de diciembre de 2009

Ladrones

De nuevo veo invadidas las calles de violentos protestantes, que sin el más mínimo respeto por la libertad de los demás impiden que personas que si trabajan y si son productivas no puedan llegar a sus lugares de trabajo. Pero cuando digo productivos no me refiero a que lo sean para el país o el estado, sino para si mismos y sus familias, sin que para ello recurran a quitarle lo que es de otros. Hay muchas personas, afortunadamente la mayoría, que generan riqueza, ya sea creando empleos o efectuando labores necesarias para otros, que son los que en realidad mantienen funcionando la sociedad. Pero por alguna razón hay gente que prefiere quitarles a los demás lo que legítimamente producen, y a esa gente la llamamos ladrones. Pero no hay que encerrarse en la idea que ladrón solo es aquel que se mete por la noche en las casas, o el extorsionista que amenaza desde la cárcel. También los hay aquellos que escudados en causas contradictorias y sin fundamento, buscan beneficios particulares a costa de los demás. Hoy lo que vemos son un grupo de ladrones, que buscan sustraer la propiedad de los demás por uno de los medios más infames: los impuestos. Hoy se atrincheran en las calles exigiendo que se apruebe uno de los más grandes robos que podamos ver en los últimos años, el paquetazo fiscal. Incluso el presidente ha amenazado que de no hacerlo se despediría a muchos trabajadores del estado. ¿Acaso esto no es un robo? ¿Acaso esto no es extorsión?. ¿Acaso esta gente no es lo mismo que aquel marero que pide “impuesto” en la limonada? La respuesta es no, son peores, puesto que estos creen que tienen derecho a hacerlo. Cuando el marero comete sus fechorías sabe (o al menos intuye) que esta violando los derechos de los demás, incluso cuando le matan sabe que lo merece y lo acepta. Pero los políticos, sindicalistas, y todos aquellos que buscan sus intereses a costa de los demás caminan con orgullo y con la arrogancia de unos falaces fundamentos exigiendo lo que creen es suyo, el derecho a robar. Que gente tan depreciable esta.

martes, 24 de noviembre de 2009

Prohibido Barrer

Pareciera que la legislación nunca va a dejar de sorprenderme, y más aún la imaginación de los legisladores que en un afán ¿bienintencionado? pretenden normar al máximo la conducta de los ciudadanos. Esta auto asumida misión les hace caer la mayoría de veces en un construccionismo ilógico que lo único que logra es limitar la libertad de los individuos.

Por ejemplo estudiando para un examen del mal llamado “derecho laboral” encontré una pequeña muestra de ello, en esta ocasión en el “Reglamento General Sobre Higiene y Seguridad en el Trabajo”. Este reglamento no es más que una construcción sobre lo que debiera ser el “adecuado” ambiente de trabajo que el empresario debe proveer a sus empleados. Está fundamentado en la defensa de unas condiciones dignas de trabajo para el trabajador, lo cual personalmente considero es deseable pero igual no creo este es el medio para lograrlo.

Con este reglamento los legisladores en su cotidiana obsesión por normar han llegado a extremos absurdos. Antes de mencionarlos, hay que tomar en cuenta que este reglamento considera “‘lugar de trabajo´ todo aquel en que se efectúen trabajos industriales, agrícolas, comerciales o de cualquier otra índole”, es decir todo lugar donde se realiza una labor esta afecta a las normativas de este reglamento. Y por si alguien le quedara duda de su obligatoriedad agrega, “El presente reglamento es de observancia general en toda la república”.

Dentro de las normas que contiene hay varias que me han sorprendido, pues trata de normar desde el material de pisos y paredes, pasando por el número de inodoros, e incluso la higiene mental de los trabajadores, pero en especial hay tres que considero dignas de comentar.

La primera, en el articulo 16, tercer párrafo norma lo siguiente, “Las paredes deberán ser lisas, repelladas, pintadas en colores claros” es decir uno no es libre de elegir el color que uno quiera tiene que ser como el diputado considero es mejor. Ya me imagino que varios locales de Pradera y Miraflores, tendrán su debida multa por infringir la ley. Luego, en el articulo 78 indica sobre las escaleras que “su inclinación será racional”, y ante esto me pregunto si ellos mismos entenderán las implicaciones del concepto “razón”. Lo cual me recuerda que este reglamento está plagado de de términos como “adecuado”, “según la técnica”, “debidos”, “necesarios”, todos sin especificar y solo subrayando más el carácter ambiguo de toda legislación. Además no cesa en remitir a “otros reglamentos”, o “normativas específicas”, que solo erigen un interminable laberinto de regulaciones contradictorias. Claro está esto solo sirve para abrirle las puertas de la corrupción que se sirve de la arbitrariedad para que los inspectores puedan embolsarse injustas ‘mordidas’.

Por último, en el articulo 24, párrafo segundo, se regula lo siguiente “No se permite el barrido ni operaciones de limpieza (…) susceptibles de producir polvo, para lo cual deben sustituirse por la limpieza húmeda (…) o mediante la limpieza por aspiración” En pocas palabras ¡Esta prohibido barrer!

No sobra decir que este reglamento tiene más de 40 años por lo que nuestros legisladores estaban muy adelantados, y ya exigían en 1957 el uso de H2O MOP que ofrece Tv Offer. Aunque ahora que me acuerdo he visto escobas en el congreso, por lo que mi duda es que entonces si no se puede barrer ¿para que las usaran?

En resumen esta ley es una de tantas que lejos de servir solo interfieren con el desarrollo dinámico de los individuos en una sociedad. Por ejemplo toda esta ley ignora el principio de responsabilidad individual, que por sí solo es suficiente para resolver muchos de los problemas que esta intenta abordar. Al mismo tiempo olvidan que no importa cuanta regulación emitan, esta es inservible sin un adecuado sistema de justicia que busque el respeto del derecho individual.

Como siempre quedo frustrado con el sistema legalista-constructivista que cada vez crece más en nuestro país, a costa de la libertad de las personas. Aunque siempre me conforta saber que casi nada de toda esta absurda legislación se cumple.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Larga Semana

Ha sido esta una larga semana, y no fueron los dias los culpables, estos como siempre nunca alcanzan, más si los disfruto tanto que desearia no acabaran (o por lo menos fueran más largos). Han trascurrido normalmente, sin sobresaltos, supeditados a la autoridad de un reloj eterno e inapelable. Pero aún así puedo decir que desde hace unos días mi tiempo por alguna extraña razon se ha vuelto infinito.

Esta transformación cuasi alquimica del tiempo tiene lugar (o no-lugar) en mis sueños. Parecieran estos durar días, semanas, meses, años. Es en la noche, o mas bien madrugada, cuando tengo esta ahora más frecuente experiencia. Y digo más frecuente pues los he tenido antes, pero normalmente se intercalaban con esos otros sueños pasajeros que al despertar no recordamos y carecen de mayor importancía.

Estos sueños-vidas, son extraños, muy extraños. Se diferencian de los otros no solo por la extencion, sino por la increible claridad con que se presentan, asi como por la sutil hilación de hechos ordenadamente encadenados. No son presentaciónes arbitrarias de imágenes y situaciónes, tienen congruencía y parecieran ser el reflejo de una realidad lejana pero posible.

No vuelo entre las nubes, no me sumergo en oceanos profundos, no soy el emperador del universo, pero tengo una situación humana con que lidear, una historia diferente cada vez. Nada que contraríe los principios de la realidad sucede en ellos, y sin embargo me sorprenden grandemente pues soy yo, pero no actuo como yo. En estos sueños soy una especie de ser paralelo, soy lo que pudo haber pasado si lo que paso no hubiera sido como fue.

Este alter-yo (Si, "alter-yo") mío ha amado intensamente, incluso te ha robado un beso, pensamiento escurridizo. Este ser-sombra tambien ha llorado, pero lo ha hecho por alguien, idea al fín, pero idea presente. En este paralelismo he matado, le he quitado la vida a alguien, (eso si sin ser asesino). Parece que este otro ser mío es más libre, menos atado a una absurda convención, ¿una aspiración?, quizas. No lo se. Talvez yo soy su realidad soñada.

Por ultimo, estos vienen acompañados de una situación aún más rara. Sucede que siempre que tengo sueños de este tipo despierto en forma extraña. La noche anterior he dejado puesto el despertador, pero por un hecho incognosible abro los ojos un minuto antes de que la hora llegue. (Lo aseguro, es verdad) Espero, y es ese minuto el más bizarro del dia, representa la resaca de una realidad vivida.

Respuestas hay muchas, convincentes algunas. Pero hoy me permito el disentir, no una simple negación, sino una interrogante abierta. Acepto mi realidad, pero no me atrevo a negar la posibilidad. He vivido algo más, me digo.

Con todo esto comprendo a los antiguos y me les uno, ¿De que sustancia estan hechos los sueños?, nos preguntamos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Ortega y la Profundidad

Así como es grato ver a un amigo sin proponérselo luego de años de no saludarle es de agradable encontrar algún libro del cual uno ya no se acordaba que tenía o que al hojearlo otra vez descubrimos cosas nuevas. Afortunadamente hace poco me pasó esto, nada más y nada menos que con el gran José Ortega y Gasset, filosofo español de principios de siglo XX.

La obra más conocida de Ortega sin duda es “La Rebelión de las Masas”, donde expone claramente su tesis del hombre masa, definitivamente un imperdible de la filosofía hispana. Sin embargo no es con este amigo con quien me he encontrado sino con uno más antiguo dentro de las obras de este autor. Se trata de su primer libro titulado “Las Meditaciones del Quijote”, que pretendía ser un estudio alrededor de la obra de Cervantes, pero que va más allá para convertirse en una genial obra de filosofía. Es posible que a muchos no les suene el nombre de este libro, pero de él se desprende la frase más famosa de la obra de Ortega: “Yo soy yo y mi circunstancia…”, así como la no tan conocida continuación, “… y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Esta frase en verdad es una formula apretadísima para condensar su filosofía, y de la cual me gustaría hablar en el futuro.

Pero por ahora quisiera comentar acerca del concepto de profundidad para Ortega, el cual expone en su Meditación Preliminar, a modo de prologo para la comprensión más completa del estudio literario.

Para Ortega la realidad es objetiva, y se nos presenta en dos formas muy distintas pero a la vez entrelazadas. La primera que llama Superficie, es decir “lo patente”, que observamos inmediatamente con nuestros sentidos y que es lo que nos rodea en todo momento. Caracterizado por ser claro, de fácil acceso y que constituye lo visible. Por otra parte esta la Profundidad, que existe pero no de manera explícita, es “lo latente”. Este estado de la realidad se esconde siempre debajo de lo superficial, que a la vez es la única forma de acceder a ella. No está ahí expuesta ante a la vista de cualquiera, sino que se devela ante un proceso de comprensión del objeto.

Por ejemplo, los arboles que en un momento determinado me rodean no son el bosque en sí, sino solo me indican su existencia. Al igual cuando camino por una calle y veo los edificios o casas, no son estas las que constituyen la ciudad, pero me indican la existencia de ese algo más grande. Entonces podemos decir que los arboles y las casas son a lo patente, lo mismo que el bosque y la ciudad son a lo profundo. Y lo profundo pese a existir es de naturaleza invisible y solo se nos puede presentar a través de lo superficial, pero lo hace de manera escurridiza como queriéndose escapar de nuestra comprensión. Esto es lo que pasa cada vez que hablamos en términos de “conceptos”, tratamos de hacer patente lo latente, tratamos de que lo profundo de un objeto entre en la superficialidad de una palabra. Esto resulta claro cuando queremos explicar lo que una palabra significa y nos damos cuenta que en realidad la hemos usado sin caer en cuenta de las implicaciones que conlleva.

Por otra parte para acceder a lo profundo, que es cognoscible pero inmaterial, debemos hacerlo voluntariamente, realizando un esfuerzo de carácter intelectual que busque quitar el velo de lo superficial. Este esfuerzo nunca es fácil e implica un gran trabajo, pero como consecuencia se consigue el comprender, el conocimiento, o lo que algunos llaman el placer intelectual. Sin embargo frecuentemente algunos hombres no reconocen la profundidad de algo, simplemente porque le exigen que se presente con la claridad de lo superficial. Se niegan a realizar el esfuerzo intelectual que se necesita para que el carácter profundo se presente. Oyen a los demás hablar de uno u otro significado, sin entenderlos o creyendo que estos desperdician su tiempo en trivialidades, sin darse cuenta que ellos mismos se han privado del deleite de conocer. Al vivir solamente ocupados en la superficialidad ignoran la textura infinita en la cual están moviéndose, puesto que toda superficie necesariamente está asentada sobre una profundidad que tentadoramente se nos ofrece siempre esperando a ser descubierta.

Quizás alguien nos ha exigido que le expliquemos algo de manera clara sin necesidad de realizar el esfuerzo del que hemos hablado. Pero esto resulta imposible puesto que el acceso a lo profundo solo es posible por este medio. Dice Ortega, “aún hay gentes las cuales exigen que les hagamos ver todo tan claro como ven esta naranja delante de sus ojos. Y es el caso, que sí por ver se entiende, como ellos entienden una función meramente sensitiva, ni ellos ni nadie ha visto jamás una naranja. Esta es un cuerpo esférico, por lo tanto, con anverso y reverso. ¿Pretenderán tener por delante a la vez el anverso y el reverso de la naranja? Con los ojos vemos una parte de la naranja pero el fruto entero no se nos da nunca en forma sensible; la mayor porción del cuerpo de la naranja se halla latente a nuestras miradas. ”

Finalmente podríamos decir que vivimos en un medio donde percibimos lo patente de la realidad, que esconde debajo un significado latente y oculto al cual podemos acceder luego de un esfuerzo intelectual. En otras palabras, el conocimiento se encuentra en lo profundo.

martes, 10 de noviembre de 2009

Del Lago de Atitlan y la Responsabilidad Individual

Ayer un amigo me preguntaba si había algo que me preocupara de nuestra sociedad, y después de pensarlo un poco vino a mi mente el sentimiento de angustia que me transmitió una amiga hace pocos días. Ella es originaria de Panajachel a orillas del lago de Atitlan, aunque desde hace un par de años estudia y vive en la ciudad. Me comentaba que con motivo de la fiesta de Todos los Santos visitó a su familia en Sololá y lo que encontró tristemente le sorprendió.

Ante ella el lago donde creció se le presentaba afectado por una terrible contaminación, y de la cual se ha estado hablando durante estas semanas en los medios. Esto la entristeció muchísimo, puesto que el cambio es más grave de lo que pensó y no solo se ha dado en Pana, sino que incluso las poblaciones menos visitadas están afectadas por el alga que ha invadido las aguas. Mi amiga me comentaba que estaba aún más molesta puesto que generalmente estas fechas son las más recomendadas para visitar el lago. En Noviembre, me dice, los fuertes vientos, el frío y unos celajes maravillosos, le dan un marco casi mágico a esta maravilla natural (lo cual afortunadamente he comprobado es cierto). Pero este año será diferente, terminó de decirme con un semblante que me impresiono demasiado.

Mucho se ha hablado de este caso, y quizás esta entrada no añada nada importante a la discusión. Pero hoy quisiera expresarme y exponer lo que creo es la verdadera causa de esta terrible situación. Se han mencionado muchos factores que han influido en la contaminación, desde el manejo de los desechos de las empresas y los habitantes de las poblaciones, o los químicos que utilizan los campesinos que tienen sus cultivos en las cercanías, incluso se ha dicho que el solo hecho de visitar el lago ya constituye un problema. No dudo que tengan razón al mencionarlos como factores, sin embargo a mi parecer son solo síntomas de algo más grande, y del cual toda la situación del lago es solo una prueba.

El verdadero problema a mí parecer tiene su origen en la Irresponsabilidad Individual, esa que ejercitamos todos los días personalmente sin necesidad de que alguien nos obligue. Los problemas como los de Atitlan, y en general la mayoría de ellos, no surgen de la noche a la mañana. Son consecuencias de una reiterada falta de responsabilidad individual, de la omisión de pequeñas acciones a las cuales estamos obligados cuando ejercitamos nuestra libertad, y que se van acumulando hasta estallar en una gran complicación.

Siempre que hablamos de libertad, debemos estar consientes que está ligada a la responsabilidad. De hecho si a la primera le quitáramos la segunda estaríamos destruyendo su esencia. Pero aquí aparece otro problema que he notado frecuentemente, pareciera ser que hay personas que no se dan cuenta que el nivel acción de la una siempre tiene un nivel de acción equivalente. Es decir, si actuamos individualmente nuestra responsabilidad es individual.

Es más me atrevería a decir que estoy seguro no hay tal cosa como una acción colectiva, porque incluso las sociedades constituidas discrecionalmente (asociaciones, sociedades mercantiles, grupos religiosos) no son más que voluntades individuales consideradas como grupo en cuanto comparten un mismo fin, pero a la larga la responsabilidad sigue siendo de individuos.

Entonces resulta evidente que hablar de que quien es el responsable de responder por problemas como el del lago, o como cualquiera que nos afecta, es “el Estado”, “el Gobierno”, “la Municipalidad”, “el Ministerio”, o “la esposa del presidente”, no son más que tonterías que no tienen sentido alguno, y sin embargo es lo más común que se escucha cuando aparecen estas contrariedades. Incluso el error conceptual va más allá. Ahora se habla que para resolver esta clase de situaciones lo que necesitamos es más “Estado”, más “acción gubernamental”, más “ayuda de la primera dama”, sin darse cuenta la reiteración de la idea que alguien más debe solucionar nuestros problemas es en gran parte el origen de los mismos.

En el caso del que hemos hablado, los habitantes esperaban (y aún esperan) que “las autoridades”, solucionen los problemas sin darse cuenta que ninguna ficción por si sola puede cargar con su responsabilidad. Por que pese a que se escoge a una corporación municipal o a un gobierno central, esto no nos autoriza a dejar de ser responsables y si alguien lo hace que después no se queje de haber perdido su libertad.

martes, 3 de noviembre de 2009

La Memoria


Durante mucho tiempo los hombres nos hemos fascinado e intrigado ante la capacidad de nuestra memoria, y de las infinitas posibilidades que esta nos ofrece. Sin embargo el funcionamiento de esta herramienta humana se ha mantenido lejos de los alcances del conocimiento e incluso hoy rehúye a los científicos que buscan explicar sus procesos.

Generalmente pensamos que la memoria humana es muy buena y tendemos a confiar mucho en ella, sin embargo cada vez es más claro que esta no funciona de la mejor manera para lo que un hombre del Siglo XXI la utiliza. Hay estudios que demuestran que perdemos alrededor de una hora diaria buscando cosas que hemos perdido, desde el control de televisión, pasando por las llaves, el reloj o el auto en un parqueo. Y esto se debe a que hemos sobrepasado la velocidad natural evolución, y por consiguiente nuestra memoria sigue funcionando como lo hacia la de nuestros antepasados de hace miles de años. Ellos no necesitaban una memoria tan específica como ahora le exigimos al cerebro, que queremos que funcione casi como la de una computadora. En lugar de hacerlo de esta manera memorizamos en función de tendencias no de hechos particulares. Y aunque si tenemos esta ultima capacidad es realmente limitada.

Continuando en esta línea muchos creíamos que la memoria funcionaba como una computadora, sistemáticamente, en base de ficheros, archivos y ubicación especifica al cual acudíamos directamente. Pero en realidad no funciona así, en lugar de ello se trata del cerebro buscando pistas dentro de un todo desordenado, apelotonado en un área entre el hipocampo y la corteza cerebral. Es más bien una memoria contextual, donde el orden de clasificación es casi aleatorio. A estos recuerdos acudimos desordenadamente, por esto es que a veces cuando necesitamos recordar algo en un momento especifico no lo hacemos y tiempo después sin aparente razón nos viene a la mente.

Podríamos decir que dentro de nuestra cabeza existe una eterna búsqueda basada en pistas y circunstancias en las que fue memorizado el recuerdo y muchas veces estas no son consientes. Por ejemplo si estamos en Hollywood y pensamos en actrices del mundo, generalmente tenderemos a recordar más las que han actuado en películas rodadas ahí, diferente sería si estuviéramos en París o Roma. Pero muchas veces las pistas que nos llevan a los recuerdos no son tan evidentes. En un experimento a un grupo de personas se les hizo memorizar una serie de palabras, una parte se hizo el laboratorio y otra en traje de buzo bajo el agua. Resulto que al final las personas recordaron más fácilmente y por amplio margen las palabras que aprendieron bajo el agua en contraste con las del laboratorio. Esto explican los científicos es porque a la hora de aprender asociamos lo que memorizamos con la circunstancia en que lo hacemos.

En este caso las personas relacionaron estos nuevos conceptos a la nada importante tarea de respirar, y por ello le asignaron una mayor relevancia. Eso también explicaría porque recordamos lo que hemos aprendido en debates o discusiones acaloradas, esto es porque el cerebro está en estado de alerta ante una amenaza, y a la larga para este no importa si es por huir de un tigre o por defender un argumento. Contrario es lo que pasa con algunas clases magistrales, donde a veces sabemos que hemos estado presentes pero nos es imposible recordar de que se habló, es decir nuestra memoria lo clasifico como algo irrelevante, y lo más seguro es que lo haya borrado. Resulta entonces evidente que el lugar y la circunstancia en la que se aprende o simplemente se memoriza es muy importante a la hora de recordar.

Otro ejemplo que memorizamos en función de tendencias generales es un experimento donde a un grupo de personas se les enseño una serie de patrones base, y momentos después se les mostro otros ligeramente distintos. Al preguntárseles si eran los mismos, la gran mayoría respondió que sí. En otras palabras hacemos una mezcolanza con lo que recordamos, igualamos cosas similares y muchas veces esto nos lleva a confusiones. En verdad hay mucha interferencia en la manera en que nuestra memoria funciona. Los recuerdos dependen como hemos dicho del contexto en que los archivamos, pero además de la frecuencia y de la consolidación que le damos con el tiempo. Por ello estos mismos científicos recomiendan que aunque parezca trivial, resulta muy eficiente apoyarse en medios externos para almacenar nuestras experiencias, diarios, listas o fotografías, todo vale cuando queremos atesorar estos recuerdos.

Por último, cada vez se hace más obvio que llegara un momento donde lleguemos a comprender de mejor manera los mecanismos de la memoria, y quién sabe si llegará el momento en que podamos modificarla a gusto. Imaginan que pudiéramos borrar los recuerdos incómodos y resaltar los placenteros, que pudiéramos descargar en la computadora las memorias de un viaje y subirlas al Facebook sin necesidad de cámara. Sin duda resulta muy interesante pero lo que en verdad importa es que cada vez vamos entendiendo más y reconociendo la importancia que tiene mejorarla. A la larga nuestros recuerdos sean estos buenos o malos, alegres o tristes, de éxito o de fracaso, de la persona amada o del enemigo todos confluyen en este gran baúl y se convierten en las piezas con las que vamos hilvanando nuestra vida. Sin ellos seriamos individuos despojados de identidad.

martes, 27 de octubre de 2009

Diseño inteligente

Creo que casi todos en algún momento de nuestra vida hemos pensado que el cerebro humano es realmente lo mejor del universo, o al menos del mundo. Y más de alguno maravillado ante la complejidad de nuestro organismo habrá asumido que solamente un diseño inteligente sería capaz de lograrlo. Bueno cada uno es libre de creer lo que quiera, pero conforme más se estudia sobre los procesos evolutivos que nos han dado origen vemos que no es del todo correcto afirmar tal extremo.

En verdad somos producto de procesos de evolución natural, y estos no tienen algo parecido a un propósito o un fin dentro de la concepción que tiene el hombre de estos. Más bien actúan reactivamente a los impulsos de su ambiente, lo hacen en tiempo presente, no ‘pensando’ a futuro. La naturaleza más bien se basa en adecuación, y cuando se dice esto, se está hablando realmente remiendos que hace esta de los recursos existentes para adaptarse a las nuevas circunstancias que surgen. Los procesos evolutivos no parten de cero siguiendo un plan trazado previamente, sino que se van dando a partir de las condiciones a las que los organismos se enfrentan.

Entonces como humanos no es que tengamos el mejor diseño posible, sino que somos producto de la suma de respuestas a situaciones anteriormente presentes. Y no solo nosotros los somos, de hecho cada ser viviente en el universo es la culminación de infinitas reacciones a infinitas circunstancias. Que en el proceso los hombres hayamos desarrollado inteligencia y luego tomado conciencia de nuestra existencia, es algo meramente incidental.

Por otro lado si de verdad hubiéramos sido fruto del diseño inteligente, deberíamos funcionar de la mejor manera para el propósito que fuimos creados o las funciones que estamos destinados a realizar. Un simple recuento de nuestras actividades demuestra lo contrario. Por ejemplo, nuestra memoria no está diseñada como la de una computadora o incluso como un simple archivo, pese a que nuestras actividades diarias nos exigen un alto grado de precisión en lo que recordamos. Así mismo el lenguaje con el que nos comunicamos no es un código de comunicación universal y mucho menos perfecto, sino que igualmente ha ido evolucionando. Además al afirmar que hay un propósito o una función determinada implicaría cierto grado de rigidez, contrario al dinamismo que vemos en la naturaleza.

Parece que es menos romántico afirmar que no tenemos un diseño inteligente y direccionado, sino que más bien somos la suma de muchos remiendos que ha hecho la naturaleza para adaptarse a nuevas circunstancias, pero cada vez nos damos cuenta que así es. Incluso pensaría alguien que es deprimente decir que no somos superiores (evolutivamente hablando) a un rinoceronte, una mariposa o incluso un geranio del jardín. Porque hay que reconocer que estos también son la culminación de sus respectivas respuestas a situaciones pasadas.


Un respetado evolucionista ha dicho que incluso tomando en cuenta nuestros logros como humanos no pasamos de ser un afortunado error. Bueno desde mi perspectiva yo más bien diría que somos un muy afortunado accidente.

lunes, 19 de octubre de 2009

El Misterio de la Moral

Bueno y Malo. Estos son dos conceptos que nos han acompañado desde que somos niños, y que de seguro lo harán hasta que terminemos nuestros días en este mundo. Son palabras tan cotidianas que estoy seguro rarísimas veces las cuestionamos, son de los conceptos que tomamos como dados y los cuales aplicamos ya sea de manera consciente o inconsciente en los incontables juicios de aprobación y desaprobación que realizamos diariamente. Así desde pequeños nos familiarizamos con frases como “los niños buenos, se portan bien”, “eres una buena persona”, “no hagas eso, es malo”. A partir de entonces nos apropiamos de dichos conceptos y empezamos a formular valoraciones en estos términos. Incluso durante la infancia solemos darle atributos morales (bondad-maldad) a animales u objetos inanimados. Si un perro no nos ladra y se muestra cariñoso, decimos “¡Perro Bueno!”; o incluso “¡Puerta Mala!” si nos golpeamos con una. Cuando crecemos nos vamos dando cuenta que aparte de dicha valoración personal, parecieran existir sistemas o códigos morales generales que las personas suelen atender y difícilmente nos lo podemos explicar.

Así que ante todo esto nos preguntamos, ¿Qué es el bien?, ¿Por qué es bueno?, ¿y lo malo?, ¿Qué lo hace ser malo?, ¿Por qué debemos hacer el bien y no el mal?, ¿Cómo se formaron los sistemas o códigos morales?, y ¿Por qué la gente los sigue?, estas son las grandes preguntas que constituyen el Misterio de la Moral, y a las que busca responder la ética. De ella se ha dicho que es una ciencia, un estudio, o una disciplina, pero más allá de una simple denominación es la búsqueda de los fundamentos necesarios para respondernos dichas interrogantes. Como es obvio habría tantas respuestas a estas preguntas como individuos se las hagan, sin embargo en líneas generales existen cuatro líneas teóricas del origen de la moral.


La primera y por lejos la más difundida es la que afirma que los actos son buenos o malos por voluntad divina, sea esta de un único Dios o varios dioses. Ciertos actos son de su agrado, otros de disgusto, y por ende serán premiados o castigados. Así en función de esto los hombres deberían actuar esperando una reacción de acuerdo a la voluntad divina que a la vez es arbitraria e independiente a ellos. Sin embargo esta teoría tiene algunas dificultades teóricas. Surgen preguntas como ¿Son el bien y el mal ajenos a Dios?, y si así es ¿pre existen a la divinidad? ¿O Dios es la medida de lo bueno, y lo malo su ausencia? ¿Ausencia en qué sentido? ¿Cómo el hombre procediendo de Dios podría actuar mal? ¿Cómo justifica un dios bueno el castigo de los malos? ¿Cómo conoce el hombre la voluntad de la divinidad? Y si se puede ¿qué pasa con aquellos que no se enteran?


Por siglos los teólogos han tratado de responder estas preguntas y al parecer seguirán mucho tiempo en ello sin llegar a un conceso aún entre ellos.


Luego hay otra línea que es la afirman muchos autores que afirman que tenemos un sexto “sentido moral”, o bien que podemos conocer lo bueno y lo malo por “intuición” directa. Lo que no deja de inquietar pues implicaría ya sea la existencia de una moral objetiva independiente a la que el hombre puede acceder por este sentido. O que cada persona tiene una intuición subjetiva y de carácter relativo, lo cual no explica la existencia de las reglas de aplicación general que vemos en la sociedad.


En tercer lugar están los escépticos o nihilistas éticos que pretenden considerar las reglas o juicios morales como un producto innecesario de la superstición. Pero esta posición no es consistente y pocas veces es sincera. Niega la necesidad de un código moral y aboga por la anarquía ética, lo cual como es evidente imposibilitaría la convivencia en sociedad.


Por último hay una teoría que establece que nuestro código moral es el producto de una evolución social gradual similar a la del lenguaje, los modales o el derecho consuetudinario y como ellos ha crecido y evolucionado a manera de satisfacer las necesidades de paz, orden y cooperación social.


Esta última postura es la que aborda de manera especial Henry Hazlitt, en su libro “Los Fundamentos de la Moral”, donde además explica las otras líneas teóricas. Esta obra constituye a mí parecer una lectura imprescindible para todo aquel que busque introducirse en el estudio de la moral, porque además de estar escrito de manera clara y comprensible ofrece una perspectiva diferente de lo que estamos acostumbrados a encontrar en esta área.


Como diría Arthur Schopenhauer, predicar la moral es fácil lo difícil es encontrarle fundamentos. Así que para hablar honestamente de moral y ética primero hay que buscar los principios en los cuales basaremos nuestros argumentos.


Por ahora debido su extensión no ahondare en ninguna de estas teorías éticas, pero dado que es uno de mis temas favoritos en el futuro me gustaría explicar y comentar estos distintos puntos de vista que hay respecto de la moral.

jueves, 15 de octubre de 2009

El Contradictorio Derecho Laboral


Hay un dicho que sabiamente dice, “de buenas intenciones esta pavimentado el camino al infierno”, es decir que con fines benévolos, o aparentemente buenos, muchas veces se realizan acciones cuyas consecuencias son perniciosas o incluso contradictorias a los objetivos que quieren lograr o las personas que se quiere ayudar. Esto suele suceder por el desconocimiento de las verdaderas causas que originan el problema que se necesita solucionar. O bien por caer en el error de precipitarse a resolver emocionalmente y no acorde a la razón, una situación que nos molesta o juzgamos como negativa. Como estudiante de derecho me he dado cuenta que las leyes son unos de las formas más comunes de incurrir en esta costumbre; y dentro de ellas hay una categoría que resulta más que obvia: el “derecho laboral”.


Este mal llamado “derecho” (porque en realidad es una necesidad; el verdadero derecho sería el de libertad de acción) tiene como fundamento la protección del trabajador y supone que hay una relación desventajosa entre el empleador y el empleado. Partiendo de dicha premisa asume como finalidad la equiparación de lo que dentro de una lógica materialista-histórica se le llama medios de producción, es decir el trabajo y el capital. No sobra decir que sus orígenes están en la segunda mitad del siglo XIX y que no es coincidencia que su discurso este impregnado de la teoría de la “lucha de clases” donde la sociedad se encuentra dividida antagónica e irreconciliablemente.


Si dejamos de lado las situaciones donde su defensa tiene un origen perverso, es decir que se explica porque se usa como un medio para conseguir prebendas o privilegios y nos enfocamos en los escenarios donde se defiende por una ´buena intención´ nos podemos dar cuenta de lo contradictorio que resulta. Dicha contradicción se debe en principio a la reducción que se puede hacer de toda la legislación laboral - y a la que ningún laboralista se opondría - es decir que las leyes de trabajo buscan mejorar las condiciones de vida y de prestación de servicios del trabajador. Pero la forma en que se busca realizar dicho fin es mediante la coacción muchas veces asfixiante de la fuente de dicho empleo, en otras palabras el empresario que crea plazas y contrata trabajadores. Vemos que por decreto se aumentan salarios más allá de su nivel real, se establecen trabas que impiden la movilidad laboral, se obliga a las empresas a otorgar beneficios a los trabajadores a costa de la productividad, etc, etc, etc. . (Resulta increíble que pese a no ser tan complicado muchas personas aún se rehúsen a aceptar que las empresas no son bolsas de dinero sin fondo.) Lo único que se logra con ello es reducir el margen de ganancia, a veces incluso tornándolo en perdida, lo cual tiene como consecuencia dejar de hacer atractiva dicha inversión y se detiene la creación de más y mejores empleos. Entonces todas las mejoras que se habían logrado resultan ser una ilusión porque a largo plazo dichas dependen de la existencia de una empresa que las otorgue.


De lo anterior podemos deducir que mientras mayores sean las intenciones de mejorar las condiciones del trabajador pero se utilice medios coactivos para lograrlo se llegara a un punto donde la empresa que ofrece el empleo deja de ser rentable y dicha plaza desaparecerá, con la consecuencia de la disminucion de calidad de vida del ahora desempleado. En ello radica la contradicción. Un hecho que tiene - como decía antes- su origen en una grave deficiencia de conocimiento, en este caso de los principios económicos que permiten el desarrollo.

Así mismo suele haber personas que justifican dicha contradicción asumiendo como ejemplo de su aplicación exitosa el caso de Europa, donde las empresas siguen existiendo a pesar de tener una de las legislaciones laborales más estrictas que existen. Es cierto, pero dichas personas no ven que para llegar a tales niveles tuvieron que pasar por un proceso de desarrollo económico que fue posible gracias a la libertad de contratación. Fue solo después que dichas economías crecieron y tuvieron los recursos necesarios que se pudieron dar los beneficios que sus trabajadores gozan hoy. Si cuando los países europeos estaban al nivel de desarrollo de los nuestros hubieran tenido su legislación laboral actual es seguro que no habrían logrado tal progreso. Por muy estricta que sea una ley o mucha fuerza tenga el estado esto no se daría si no fuera posible para las empresas pagarlo. En otras palabras ningún gobierno o ley podría exigirle a un grano de trigo que alimente un regimiento.


Lo anterior deriva en otra contradicción. Las leyes que la Organización Internacional del Trabajo, insiste en aplicar para beneficiar a los países en desarrollo, no son más que leyes de fomento a la pobreza. Y no sería un error calificar a dicha agencia internacional como una de la causas más importantes del mediocre crecimiento economico de muchos de esos países. Estos aceptan sus normativas temiendo represiones políticas o de negación de asistencialismo, otro gran error, a costa del desarrollo sostenible a largo plazo.

Más allá de todo lo que se pueda decir de esto en economía, teoría jurídica, o política y que llenaría tratados y enciclopedias. Me gustaría resaltar el aspecto que mencionaba al principio, la intencionalidad. Me parece importante porque el problema no radica en esta, ya que no podríamos negar que es loable desear el bien a los demás. Incluso comparto el deseo de mejorar la condición de vida de los trabajadores, pero creo que no se debe hacer por los medios que propone el derecho laboral. Aún más, no me opongo a que alguien individualmente en su empresa decida aplicar las políticas que los laboralistas proponen, siempre y cuando de la misma manera sea él quien corra con los costos y asuma responsablemente las consecuencias de sus acciones. Lo que sí es un problema, y demasiado grave, es que se pretenda convertir dicha intención en una obligación imperativa para todos los empresarios, por medio de la coacción estatal. Lo que nos hace reflexionar en el tipo de sistema que permite que se den estos atropellos a la libertad individual, y que esta lejos de limitarse a lo laboral. En resumen el problema de la legislación de trabajo surge de querer hacer de la intención (aún si es benévola) algo obligatorio para los demás incluso en contra de su voluntad. Y esto a su vez tiene origen en un mal entendimiento de los fundamentos de la libertad y la democracia.


Finalmente hay que decir que la mejor legislación laboral es aquella que tienda a devolver a trabajadores y empresarios su libertad de acción, que ha demostrado ser más eficiente que toda las leyes vigentes. Por lo mismo en nuestro país, si es que de verdad se quiere avanzar, urge una reforma a la legislación de trabajo y en general una depuración seria de leyes, decretos y reglamentos que aunque bien intencionados son solo contradicciones a los fines que pretenden lograr.

domingo, 11 de octubre de 2009

De Apagones


Parece que los hombres nos hemos acostumbrado tanto a los avances de la tecnología que muchas veces solo nos damos cuenta de su verdadera importancia cuando la perdemos. Por ejemplo, hoy noche de domingo en un país llamado Guatemala nos hemos quedado sin energía eléctrica. A las cinco y media de la tarde y al grito de ¡Se fue la luz! en muchos hogares se anuncio la interrupción de este servicio. Es posible que muchas personas estuvieran descansando, ya sea leyendo, viendo televisión, o como en mi caso tomando una siesta después del almuerzo. A algunos quizás los sorprendió en un mall, en algún restaurante o peor aún en un asesor. Desconozco las causas de este apagón, pero sobra decir que no sorprende con el vulnerable sistema eléctrico del país unido a la fuerte lluvia de la tarde. Sin embargo, aparte de haber estropeado los planes, quizás tuvo algunos efectos positivos. Por ejemplo en mi casa aprovechamos para reunirnos en familia a hablar de cuanta cosa se ha podido, acompañados de café y champurradas. Claro está luego de haber buscado todos los medios de luz posible (candelas, veladoras, lámparas, etc.) Además estos apagones son una perfecta ocasión para salir a ver la estrellas o contar historias de miedo especialmente si hay pequeños en casa. Pero también es una excelente oportunidad de recordar el estado natural del hombre, es decir que lo anormal no es que se haya ido la luz, sino que lo aún más extraño es que exista energía eléctrica. Hoy tenernos muchísimas mayores comodidades que cualquier rey del siglo XVIII, y vivimos infinitamente mejor que el hombre de las cavernas. Y todo esto no es casualidad sino que es consecuencia del trabajo individual de muchas personas, que persiguiendo sus fines personales han hecho posible que tengamos todas las comodidades que hoy gozamos. Termino esta reflexión con un agradable aroma a lavanda y antes de que se acabe la batería de esta computadora.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Atreverse a Cuestionar

El hombre es un ser extraño. Es posible que muchos no se den cuenta de ello o no les importe, pero igual el hombre sigue siendo un ser extraño. Es cierto que piensa, que habla, que camina erguido, que tiene sentimientos, que vive en sociedad, pero nada de ello es lo que le hace ser especial. Muchos animales poseen dichas características sin llegar a distinguirse de los otros que han habitado nuestro planeta o que pudieran existir en otros mundos. Lo que hace diferente al hombre y que luego derivará en su esencia, es su desarrollada capacidad de cuestionamiento.


Desde el momento en que el hombre adquiere conciencia de la realidad comienza a cuestionarla. Uno de los ejemplos más fehaciente de ello son los bebes y niños, que jamás paran de hacer preguntas, con ellas buscan formar en su mente las estructuras necesarias para explicar el mundo que les rodea. Desde esa edad las preguntas ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién? ¿Por qué? ¿Para qué? Pasan a formar parte esencial de nuestra existencia pues con ellas articularemos el conocimiento necesario para entender la realidad. Es interesante observar que estas palabras son comunes a todos los idiomas y culturas. Lo más importante en ellas es que buscan una respuesta que satisfaga un estado de insatisfacción intelectual, pero a la vez hay que reconocer que el hecho mismo de reaccionar ante un hecho cuestionándolo, es algo fascinante. Es en este proceso de búsqueda de conocimiento donde surge la lógica y la razón, como consecuencia de la relación del hecho cuestionado, su respuesta y la realidad en que existe. Entonces la razón, como el resultado de ese proceso inquisitivo, surge como esencia del ser humano y su distinción de los demás animales.

Analógicamente podríamos decir que las preguntas son como caminos que pueden conducir ya sea a las expresiones mínimas del conocimiento o a la comprensión de temas de carácter sumamente específico. Sin embargo como consecuencia paradójica de este proceso lo que hacemos constantemente es aumentar nuestra ignorancia, puesto que al incrementar nuestro grado de conocimiento lo que hacemos es expandir el horizonte de hechos que podemos conocer, cuestionar y por consiguiente ignorar. Si pudiéramos decir que cada pregunta es una puerta lo que haríamos al abrirla es encontrar otras puertas, y detrás de estas otras, así hasta el infinito. Lo cual representa que cada vez somos más ignorantes, pero ello implica algo positivo puesto que en cada momento que esta aumenta, incrementamos en potencia nuestra capacidad de conocer.

Como he dicho ante un hecho podemos reaccionar cuestionándolo, pero no es la única forma de hacerlo. Tristemente, hay otras maneras de encarar la realidad y el conocimiento. Un hecho también se puede ignorar, es decir obviar su existencia y seguir la vida de largo, como si no tuviese importancia, lo que a veces puede suceder dada la cantidad de conocimiento existente y lo limitado de nuestra vida y tiempo disponible. Pero aún peor es encarar un hecho simplemente aceptándolo como dado, decir que es así porque sí. Renunciar a la explicación es renunciar a la realidad. O lo que es igual, aceptar un dogma, es adoptar una respuesta sin haber trabajado por ella. Una aceptación dócil lo único que significa es cobardía, es el reconocimiento de la incapacidad propia. En resumen lo único que hace quien encara así la realidad es desistir a su capacidad de cuestionamiento, es deliberadamente renunciar a la razón, es volverse estúpido.
Decía que es triste, puesto que muchos humanos al crecer tienden perder esa capacidad de cuestionamiento y se convierten en seres conformistas e infelices. Con esto hemos perdido infinidad de respuestas, inventos y explicaciones que enriquecerian nuestra vida. Afortunadamente existen personas que se atreven a cuestionar su realidad y el hecho de que hoy vivamos mejor que hace cinco mil años es debido a hombres y mujeres que trabajaron por resolver sus propias inquietudes. El conocimiento que hoy guardan nuestras bibliotecas indefectiblemente surgió de este proceso. Hoy no viviríamos como lo hacemos si no hubiera habido gente que se atreva a cuestionarse, que se atreva a responderse, a confrontar sus creencias con la realidad. Usar la razón y salir de la zona cómoda no es fácil, e implica que actuemos diferente, que resistamos críticas, pero conlleva la satisfacción del conocimiento.

Como resumen diría que ante la realidad hay quien reacciona aceptándola dócilmente o dogmáticamente, y quienes la cuestionan de manera lógica y racional. Ahora la pregunta a responder es ¿existen hombres y 'bípedos parlantes' que dicen llamarse 'hombres’?




Por lo pronto:




¡Sapere Aude! ¡Atrévete a Saber!




_______________________________________


Sirva esta entrada como inauguración de este blog. Espero que sea un espacio donde pueda compartir mis propias preguntas, pero sobre todo como homenaje a mi mala memoria y necesidad de guardar mis recuerdos en un lugar más seguro.
Nota: Despues de haber publicado esta primera entrada me doy cuenta de lo útil que es compartir las opiniones. Las personas que la han leido y comentado, me han hecho pensar y meditar más acerca del tema. Así que ahora he de rectificar una postura. He dicho que la razón se deriva de la capacidad de cuestionamiento, sin embargo para poder cuestionar (ahora lo veo) antes se presupone una capacidad de analizar la realidad. Por lo que entonces la capacidad de preguntar surge como consecuencia del razonamiento. Me parece importante aclararlo, aunque no modifica el fondo del ensayo que es resaltar la importancia de la capacidad de cuestionar la realidad.